Durante mi tiempo en el colegio, fui famoso por mi pésimo desempeño académico. Mis compañeros podrían escribir un libro sobre mis hazañas en la mediocridad. Aunque brillaba en las obras de teatro y en el microfútbol, admito con cierta vergüenza que la lectura no era mi fuerte. ¡Jamás me atreví a abrir una novela durante mis años de secundaria! Aunque suene increíble, el misterio de cómo pasé de año en año aún me persigue. Sin embargo, había algo en la biblioteca que me atraía, quizás la promesa de un escape del tedio escolar. No iba allí para devorar libros, sino para disfrutar del ambiente relajado. Pero un día, ocurrió algo que cambiaría mi relación con los libros... y no precisamente para bien. En la biblioteca, aparecieron unos tomos nuevos y relucientes de una enciclopedia, la joya de la corona de aquel momento. Y en mi mente retorcida y anti-literaria, surgió la idea más descabellada: ¡robar esas enciclopedias! Con la ayuda de algunos cómplices, logramos sustraer los tomos sin ser detectados. El colegio entero quedó en estado de shock por el supuesto golpe maestro que habíamos perpetrado. ¡Éramos como profesionales del crimen! Nadie sabía quiénes éramos, y eso alimentaba nuestra arrogancia juvenil. Con el dinero obtenido de la venta de los libros, nos sentíamos triunfadores, los Robin Hood de la mediocridad académica. Pero como en toda buena historia de travesuras, el destino nos tenía reservada una lección inesperada. Uno de mis compinches de maldades fue víctima de sus propias travesuras y, en un acto de indiscreción, nos delató como los ladrones de libros. Fue un golpe duro. A solo una semana de terminar el año escolar, en pleno mes de noviembre, fui expulsado del colegio. No pude compartir el anhelado momento de graduación con mis compañeros de tantos años. Mi odio hacia los libros me había pasado factura, y pagué un precio alto por ello. Recuerdo vívidamente la escena en la oficina del rector, donde mis padres luchaban con su tristeza y decepción. Ver cómo defendían a su hijo, un estudiante de toda la vida que había cometido semejante acto, fue un espectáculo digno de una telenovela. Nadie podía creerlo, ni siquiera yo mismo en mis momentos de lucidez. Pero mis padres, con su amor incondicional, buscaron una solución para que yo pudiera continuar mis estudios. A pesar de su desilusión, no me juzgaron. Mi padre, en su afán de reparar mi error, se lanzó en busca de otro colegio que me permitiera concluir ese último pedacito de décimo año que me faltaba. Sus esfuerzos incansables demostraron el amor y la preocupación que sentían por mí. El final de la historia no fue tan sencillo como se podría esperar. Me vi obligado a hacer exámenes en varios colegios durante el mismo año. Aprobé los exámenes sin problemas, pero cada vez que me presentaba en un nuevo colegio, las autoridades se sorprendían por mi llegada tardía. Cuando se enteraban de mi pasado como ladrón de libros, me cerraban las puertas en la cara. Fue una situación de lo más incómoda, tener que esperar hasta el próximo año para retomar mis estudios. Pero gracias a esa experiencia, aprendí valiosas lecciones sobre las consecuencias de mis actos y la importancia de valorar las oportunidades educativas. En definitiva, mi travesura como ladrón de libros no es motivo de orgullo, pero sí una historia que me ha dejado valiosas reflexiones. Aprendí que la lectura es un tesoro que merece ser apreciado, y que las oportunidades académicas son privilegios que no debemos tomar a la ligera. Cada vez que recuerdo aquellos momentos, no puedo evitar reírme de mi absurda rebeldía y, al mismo tiempo, agradecer el perdón y el apoyo incondicional de mis padres en medio de esa locura juvenil. Continuará... No te pierdas la segunda parte de esta historia de redención literaria.
0 Comentarios
Como persona involucrada en el ámbito de la música en la iglesia, he notado la aparición de un nuevo criterio que ha empezado a influir en la elección de las canciones: la popularidad medida por las reproducciones como criterio definitivo. Es cierto que el repertorio de una congregación debe basarse en diversos elementos, como el teológico, el musical y el contextual, pero parece que el algoritmo de las plataformas de música y las redes sociales está ganando cada vez más terreno en nuestra toma de decisiones. Resulta preocupante que el número de reproducciones se haya convertido en un factor determinante para seleccionar canciones en la iglesia. Aunque nadie está investigando específicamente cuál es la canción más reproducida para cantarla en los servicios, la influencia sutil del algoritmo se ha infiltrado en nuestras interacciones en línea. Es fácil caer en la trampa de pensar que las canciones con más reproducciones son automáticamente las mejores opciones para la adoración congregacional. Esta tendencia hacia la popularidad basada en las reproducciones puede llevar a la exclusión de muchas canciones y artistas maravillosos, tanto nuevos como antiguos, que no han recibido la misma atención o promoción en las plataformas de música y las redes sociales. Estos talentosos intérpretes y compositores, con mensajes poderosos y melodías hermosas, a menudo pasan desapercibidos porque no se ajustan a las preferencias del algoritmo o no reciben la misma exposición que los "éxitos comerciales". Es fundamental recordar que la elección de las canciones en la iglesia no debería ser impulsada únicamente por la popularidad superficial. Deberíamos considerar cuidadosamente la teología y el mensaje de las letras, la calidad musical y la capacidad de conectarse con nuestra congregación. Además, debemos mantenernos abiertos a explorar y descubrir nuevas voces y canciones que puedan enriquecer nuestra experiencia de adoración. Como miembros de la iglesia, debemos resistir la presión del algoritmo y tomar decisiones más deliberadas y conscientes al seleccionar el repertorio. Podemos ampliar nuestras fuentes de descubrimiento musical, explorar diferentes géneros y estilos, y prestar atención a las necesidades y la cultura única de nuestra congregación. Al hacerlo, podemos fomentar una adoración auténtica y significativa, enriqueciendo la experiencia espiritual de nuestra comunidad de fe.
No quiero caer en el error de decir que la música o las composiciones antiguas son superiores a las actuales. De hecho, en el año 2006, cuando me convertí, grupos como Rojo, Rescate, Danilo Montero, y varios artistas de Hillsong eran los más populares y sonados. Sin embargo, como alguien apasionado por la música y su papel en la adoración en la iglesia, he descubierto que al mirar hacia atrás en la historia, se revela una riqueza lírica que a menudo pasamos por alto. Al instante a conversión, solo estaba familiarizado con los artistas contemporáneos que escuchaba. Pero cuando decidí explorar más allá, quedé totalmente sorprendido y boquiabierto al descubrir a grandes compositores de himnos. Me encontré con el poderoso legado de artistas como Don Moen y Ron Kenoly. Al mirar aún más atrás, descubrí a verdaderos gigantes de la fe, como los hermanos Wesley. Charles Wesley, conocido como el "Bardo Metodista", escribió más de 6,000 himnos, entre ellos destacan "Mil voces para celebrar" ("Oh, for a Thousand Tongues to Sing") y "Escuchad el Son Triunfal" ("Hark! The Herald Angels Sing"). Sus letras poéticas y teológicamente ricas continúan impactando a generaciones enteras. Isaac Watts, considerado el "Padre de la Himnodia Inglesa", compuso himnos como "La Cruz excelsa al Contemplar" ("When I Survey the Wondrous Cross") y "Al mundo Paz" ("Joy to the World") . Sus himnos han perdurado en el tiempo y se han convertido en pilares de adoración en muchas iglesias. Otro ejemplo inspirador es Fanny Crosby, a pesar de su ceguera desde la infancia, escribió más de 8,000 himnos. Algunos de sus himnos más conocidos incluyen "Dulce Consuelo" ("Blessed Assurance") y "A Dios sea la Goria" ("To God Be the Glory"). Su testimonio de fe y su habilidad para transmitir verdades bíblicas a través de sus letras son un testimonio de su legado perdurable. Por supuesto, no podemos olvidar a John Newton, autor del himno "Sublime Gracia" ("Amazing Grace"). Esta canción se ha convertido en uno de los himnos más populares y reconocidos en todo el mundo, transmitiendo el mensaje de la gracia redentora de Dios de una manera poderosa. Los himnarios clásicos como "Himnos de Gloria y Triunfo", "El Himnario Espalda Roja" y "Himnario Cantemos su Gloria" son tesoros llenos de letras profundas y significativas. Estas canciones han resistido la prueba del tiempo y han sido cantadas por generaciones de creyentes. Es crucial valorar y considerar estas opciones confiables y necesarias. Al unir las canciones tradicionales con las que el algoritmo nos presenta, podemos abrazar una amplia variedad de estilos y expresiones en nuestra adoración. La iglesia, en última instancia, tiene la responsabilidad de aprobar o no una canción, Esto se basa en el criterio doctrinal y la identidad única de la iglesia local, y sobre lo doctrinal podríamos encontrar otro inconveniente. Teniendo en cuenta que el analfabetismo bíblico y teológico alcanzan, hoy en día, los picos más altos en consideración con épocas pasadas, y una evidencia es el arte que se crea. Es importante reconocer que estoy hablando específicamente en el contexto de la iglesia local, donde se toman decisiones colectivas sobre el repertorio de adoración. Cada iglesia tiene su propio enfoque y preferencias, y es esencial mantener un equilibrio entre la tradición y la innovación. En lo personal, también valoro mi libertad cristiana y la capacidad de elegir lo que deseo escuchar en mi privacidad. Sin embargo, al considerar las canciones para la adoración congregacional, debemos ser selectivos y reflexivos. Al explorar y apreciar las riquezas líricas del pasado, así como abrazar las nuevas expresiones que nos brinda el algoritmo, podemos enriquecer nuestra adoración y nutrir nuestra conexión con Dios y la comunidad de fe. Es un desafío constante, encontrar un equilibrio adecuado y mantener una perspectiva informada al elegir las canciones para la adoración en la iglesia local. La diversidad y la inclusión de diferentes estilos y fuentes nos permiten crecer juntos en nuestra fe y celebrar la belleza de la adoración en todas sus formas. Actualmente, no soy hincha de ningún equipo de España, cuando era pequeño si veía un poco más la liga, pero no le daba al Barcelona ni mucho menos al Real Madrid. Cuando era niño simpatizaba con el Valencia. En aquel entonces, existía un cariñoso juego de apodos relacionados con los jugadores. Teníamos al "dragón" Cañizares, al "payasito" Aimar, al "ratón" Ayala y a la "jirafa" John Carew. Estos apodos eran utilizados de manera afectuosa y no tenían intención de ser despectivos, insultantes ni racistas. Era algo completamente inofensivo y no generaba ninguna controversia. Ahora, estamos ante un escenario de racismo contra un jugador. Lo que sucedió este fin de semana con el jugador brasileño Vinicius Jr durante el partido del Real Madrid frente al Valencia, fue un tanto indignante. Debo admitir que Vinicius no es mi jugador favorito en términos futbolísticos. Sin embargo, esto no debería influir en la manera en que se le trata o se le discrimina. Me resulta preocupante que la personalidad de Vinicius pueda ser percibida como provocativa y que esto despierte tanto odio hacia él. Sí, sucedió en la considerada "mejor" liga, o unas de las mejores ligas del mundo. Esto no pasaba ni en mi barrio, que todas las tribunas y que todos te griten insultos degradantes por tu condición física. "¡el cara de chancleta, cara de chancleta!"
En esta ocasión el estadio Mestalla gritaba al unísono "¡eres un mono!", Vinicius pudo resistir durante un tiempo, pero no logró contenerse durante todo el partido y explotó. No se espera que el jugador madridista tuviera la misma templanza de su coterráneo Dani Alves, quien en un encuentro jugando con el Barcelona le lanzaron un banano y este con un épico acto, lo que hizo fue comérselo con mucha serenidad y madurez, gambeteando de esta jocosa manera al racismo. Pero ¿Quién se aguantaría a todo un estadio insultándote y asociándote con un animal? Quisiera que este escrito refleje mi voz personal, expresando mi decepción ante esta situación. Dado que como cristiano, siento la responsabilidad de no quedarme callado ante estas injusticias y de abogar por la igualdad y el respeto hacia todos, independientemente de su origen o raza o el escenario en el que actos como estos se perpetúen. Creo en un cristianismo comprometido con la justicia en la sociedad y la promoción del amor y la compasión en todas las esferas de la vida. Es importante recordar que el mensaje central del evangelio es uno de perdón y reconciliación. Reconozco que este tema está siendo abordado desde una narrativa de luchas raciales y hegemonía de la raza, que surge de la teoría crítica y de la interseccionalidad. El gran problema es que si un cristiano, como yo, aborda este tema, automáticamente se me etiquetará como un cristiano progresista. Como si la Biblia no abordara temas sociales, el hecho de que tocar estos temas no me convierte automáticamente en un teórico de la raza ni en un militante de ese movimiento. Hace unos años durante la Copa América, recuerdo haber visto a Yerry Mina bailar al celebrar un gol. Sin embargo, me sorprendió ver la reacción de algunos jugadores, especialmente Messi, quien se mostró molesto por el baile. Pareciera como si el simple acto de bailar fuera considerado un sabotaje e insulto directo. Aquí reside un problema profundo: la incapacidad de asimilar y aceptar las raíces afrodescendientes, sus bailes, gestos y celebraciones como parte de su identidad cultural. Es triste constatar que el mundo aun ignora y menosprecia las diversas manifestaciones de las razas. Lo más lamentable es que algunos se jacten de ser una sociedad altruista y "diversa" mientras muestran una falta total de comprensión y respeto hacia aquellos que son diferentes a ellos. Esta actitud refleja una gran ignorancia y una negación de la verdadera diversidad racial. Es lamentable ver cómo incluso en sociedades que se consideran avanzadas, persisten actitudes discriminatorias y estereotipos que impiden el progreso real. Es decepcionante ver cómo una sociedad que se autodenomina progresista y moderna todavía se enfrenta a desafíos de intolerancia y discriminación. Este incidente con el jugador de fútbol es solo una muestra más de la falta de verdadero avance en la mentalidad de algunos sectores de la sociedad. A pesar de sus leyes progresistas, siguen existiendo barreras y prejuicios arraigados que dificultan la verdadera inclusión y aceptación. los progresistas se creen y se jactan de serlo progresistas. Ellos sienten que han progresado como nación, son buenos para la aceptación de las identidades de género y dar libertad para matar a un niño en un aborto, Además, su rechazo generalizado hacia la religión es un reflejo de una sociedad que supuestamente avanza. Sin embargo, son pésimos en desarraigar males tan antiguos como el racismo. Lo que ocurrió con el jugador de fútbol demuestra que todas sus leyes y su supuesto progreso no son más que un fanatismo ideológico que no ha aportado nada positivo a la nación. Siguen arrastrando ese lento eurocentrismo que no les permite aceptar lo diferente. (perdón por si algún hermano español se ofende, hablo para todas las naciones que hacen estas luchas, no generalizo y también hablo en el contexto del futbol, pero sé que se convierte también en un reto para las iglesias cristianas de España) Como cristiano, estoy convencido de que debemos abordar estos temas desde una perspectiva bíblica y dejar de lado las ideologías que nos dividen. Para hacerlo, es fundamental tener un conocimiento profundo de la Palabra de Dios, estudiarla de manera seria y comprometida. Además, necesitamos construir una base teológica sólida que nos permita discernir y comprender los principios fundamentales de nuestra fe. No podemos ignorar la historia de la iglesia y sus contribuciones a la cultura. Debemos reconocer tanto sus aciertos como sus desaciertos, sus luces y sombras. Solo así podremos aprender de los errores del pasado y buscar el camino hacia una mayor fidelidad al mensaje del evangelio. Es cierto que son pocas las voces desde la iglesia que abordaron estos temas con claridad y amor. A veces, las personas que hablan desde la iglesia muestran más ignorancia que comprensión, más rigidez teológica que apertura y profundidad. Esto es lamentable, ya que nuestra fe nos llama a ser agentes de cambio y reconciliación en el mundo. Es importante recordar que el cristianismo ha librado una intensa batalla contra el racismo a lo largo de la historia. En algunos casos, los creyentes promovieron la segregación y el racismo, como sucedió en Sudáfrica. Durante el régimen del apartheid, muchos líderes cristianos y comunidades eclesiásticas se opusieron valientemente a esta política de segregación racial. Figuras como Desmond Tutu, un arzobispo anglicano, y Nelson Mandela, que profesaba el metodismo, se destacan en su defensa de los derechos humanos y en su oposición al apartheid. La Iglesia desempeñó un papel importante en la movilización social y en la búsqueda de justicia y reconciliación en Sudáfrica. En Estados Unidos, hubo creyentes que promovieron el racismo, pero también surgieron voces pentecostales, como la de William Seymour, que se opusieron al racismo y lucharon por su eliminación. También por los bautistas durante el siglo XX, el movimiento por los derechos civiles sistemático en Estados Unidos desafió abiertamente la segregación racial y la discriminación. Muchos líderes y activistas cristianos, como el reverendo Martin Luther King Jr., jugaron un papel fundamental en este movimiento. La base teológica de su lucha contra la injusticia racial provenía de su fe en un Dios de amor y justicia. Reconozco que, como iglesia, tenemos un largo camino por recorrer, pero confiamos en que, a través del estudio de la Palabra de Dios, el diálogo abierto y la búsqueda de la unidad en Cristo, podremos avanzar hacia una sociedad más justa y amorosa. Hace poco me encontré con una conmovedora declaración de Michael Keller, el hijo del autor y pastor Timothy Keller. Michael informó sobre la difícil condición de su padre, quien ha estado luchando contra el cáncer de páncreas durante varios años. Según Michael, a Timothy le queda poco tiempo con su familia en esta tierra. Las palabras de Keller resuenan en mi corazón de una manera especial. Él escribió lo siguiente: «Estoy agradecido por todas las personas que han orado por mí a lo largo de los años. Estoy agradecido por mi familia, que me ama. Estoy agradecido por el tiempo que Dios me ha dado, pero estoy listo para ver a Jesús. No puedo esperar a ver a Jesús. Envíame a casa». Estas palabras me han impactado de varias maneras. En primer lugar, Timothy Keller ha sido un autor influyente desde diversos puntos de vista. A pesar de mantener una ortodoxia calvinista evangélica, ha sabido interactuar con diferentes tradiciones del protestantismo, como con el pentecostalismo, muy cuestionado por su mismo grupo de TGC. Este tipo de apertura y diálogo suele generar temor en muchas personas, pero Keller ha demostrado que es posible aprender de diferentes perspectivas y enriquecer la fe a través de la diversidad. Otro aspecto que admiro profundamente de Keller es su interacción con la cultura. Ha sabido escuchar, enfrentar y dialogar con la cultura contemporánea. Su ministerio es un ejemplo de cómo acercarse a la sociedad de manera sana y contextualizada, sin comprometer los principios fundamentales de la fe. Ha demostrado que se puede ser fiel a las creencias cristianas y, al mismo tiempo, ser relevante y compasivo en el mundo actual. Pero lo que más me ha conmovido es el deseo de Timothy Keller de estar con Jesús, por encima de cualquier otro bienestar aquí en la tierra. Su amor y pasión por Cristo son evidentes en sus palabras. Él entiende que conocer a Jesús es lo más valioso que alguien puede experimentar. Su disposición a dejar este mundo y encontrarse cara a cara con su Salvador es un testimonio poderoso de su fe arraigada y su anhelo por la presencia de Dios. Recientemente, he vuelto a leer algunos de los libros de Timothy Keller, especialmente "Ministerio de Misericordia" y "Justicia Generosa". Estas obras destacan su profundo compromiso con la compasión y la justicia social, en línea con el corazón de Jesús. Sus enseñanzas sobre el amor práctico y la búsqueda de la justicia son un legado que continuará impactando a generaciones venideras. La historia de Timothy Keller es un recordatorio conmovedor de la fragilidad de la vida y la importancia de vivir cada día con propósito y pasión. Su ministerio ha dejado una huella significativa en el mundo, y su deseo de encontrarse con Jesús es un testimonio de su fe inquebrantable. En tiempos como estos, su ejemplo nos desafía a reflexionar sobre nuestras propias vidas y a enfocarnos en lo que realmente importa: nuestra relación con Dios y el amor que compartimos con los demás. Me gustan mucho los deportes y aveces no entiendo la animadversión de algunos cristianos hacia estos. «son once t0nt0s detrás de un balón», dicen. Como cristiano, estoy consciente de los numerosos aportes sociales que el cristianismo ha hecho a lo largo de la historia, y a menudo me sorprende cuántos de estos logros pasan desapercibidos o se ignoran tanto por cristianos como por no cristianos. Quiero compartir uno de esos aportes que he descubierto relacionado con el ámbito del deporte y que me resultan muy oportuno compartirlos. Estos datos no se los darán en la escuela y mucho menos a esta generación que rechaza el cristianismo apriori. En un curso sobre misión integral, tuve la oportunidad de mencionar brevemente cómo los cristianos han influido en el mundo del deporte de una manera significativa. Y es que resulta sorprendente descubrir que dos de los deportes más populares y ampliamente practicados en la actualidad, el baloncesto y el voleibol, fueron creados por creyentes cristianos pertenecientes a la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes). El baloncesto fue inventado en 1891 por el instructor de educación física canadiense James Naismith, quien era miembro activo de la YMCA. Y también alcanzo a terminar sus estudios en Teología. Naismith desarrolló este deporte con el objetivo de proporcionar a sus estudiantes una actividad indoor durante los meses de invierno. Utilizando una pelota de fútbol y dos cestas de melocotones como canastas improvisadas, Naismith creó un juego que combina habilidad, estrategia y trabajo en equipo. El baloncesto se ha convertido en un deporte global, siendo jugado en todo el mundo y siendo parte integral de los Juegos Olímpicos. Por otro lado, el voleibol fue inventado en 1895 por William G. Morgan, también miembro de la YMCA. Morgan buscaba crear un deporte menos físico que el baloncesto, pero igualmente desafiante y entretenido. Tomando elementos del baloncesto, el tenis y el bádminton, Morgan diseñó un juego en el que dos equipos se enfrentan para pasar la pelota por encima de una red, utilizando solo sus manos. El voleibol ha ganado popularidad en todo el mundo y se ha convertido en uno de los deportes más practicados y seguidos. Estos ejemplos son solo una muestra de cómo el cristianismo ha dejado huella en diversas áreas de la sociedad, incluso en el ámbito del deporte. Los creyentes cristianos, a través de su dedicación y creatividad, han sido instrumentos de cambio y han contribuido al desarrollo de actividades que promueven el trabajo en equipo, la competencia saludable y el entretenimiento. Es importante reconocer y valorar estos aportes sociales, ya que nos ayudan a comprender que el cristianismo no se limita solo a aspectos religiosos, sino que también influyen en la vida cotidiana y en la cultura en general. Nos invita a reflexionar sobre el potencial transformador que los valores cristianos pueden tener en diversas esferas de la sociedad y nos desafía a seguir buscando formas de impactar positivamente nuestro entorno, tanto como individuos como comunidad de fe. Históricamente, los cristianos han sido impulsores de movimientos sociales que han promovido la justicia, la igualdad y los derechos humanos. Desde líderes cristianos que se han destacado en la lucha contra la esclavitud y la discriminación racial, hasta aquellos que han abogado por los derechos de los más vulnerables, como los huérfanos, los pobres y los enfermos, la historia nos muestra un legado de compasión y compromiso con el prójimo. En la actualidad, hay innumerables organizaciones cristianas que trabajan increíblemente para abordar diversos problemas sociales. Desde la provisión de alimentos y refugio para las personas sin hogar, hasta la atención médica en áreas remotas y la asistencia en situaciones de desastre, los cristianos se involucran activamente en la búsqueda del bienestar y la transformación de la sociedad. Además, los cristianos participan en proyectos educativos, impulsan iniciativas para la protección del medio ambiente, promueven la paz y la reconciliación en comunidades divididas, y colaboran con otras organizaciones y sectores de la sociedad para abordar los desafíos sociales de manera integral. Es cierto que, como en cualquier grupo, puede haber personas que se desvían del verdadero propósito del cristianismo y se enfocan en intereses egoístas o en dogmas sin sentido. Sin embargo, no se puede generalizar y atribuir esas actitudes a todos los cristianos. En lugar de quedarnos atrapados en estereotipos negativos, invito a considerar los aportes y el compromiso social de los cristianos que se esfuerzan por seguir el ejemplo de amor, compasión y justicia que Jesús nos enseñó. La fe cristiana ha inspirado y continúa inspirando a muchos individuos a marcar la diferencia en sus comunidades y en el mundo, y eso merece ser reconocido y valorado. Así que, a aquellos que perpetúan la idea de que los cristianos solo piden dinero y no aportan nada en la sociedad, les digo: «¡A otro perro con ese hueso!» . Es hora de reconocer y apreciar el impacto positivo que los cristianos han tenido y siguen teniendo en la sociedad, y trabajar juntos para construir un mundo más justo, compasivo y solidario. Era un hermoso día, el Día de las Madres, y necesitaba salir a comer en familia para disfrutar de una deliciosa y diferente experiencia culinaria. Mientras nos dirigimos al restaurante, noté a lo lejos a un joven con una cerveza en la mano. Al llegar al lugar, nos acomodamos en una mesa en el borde de la entrada y, para mi sorpresa, el joven en cuestión se acercó a nuestra mesa y comenzó a hablarme. Confieso que su discurso era incomprensible, pero logré captar que estaba recaudando dinero para comprar un pollo. Fue en ese momento cuando recordé las palabras de Jesús a Natanael, así que decidimos que si él aún estaba allí cuando termináramos de comer, le llevaría algo de comida sin necesidad de darle dinero. Continuamos disfrutando de nuestra comida mientras debatíamos si debíamos comprarle un cuarto de pollo. La idea era no solo alimentarlo, sino también compartir el amor de Dios y hacerle saber que era importante para Él. Finalmente, nos requisamos y compramos el pollo. Cuando se lo entregué, hablamos un poco más y descubrí que trabajaban en el circo que había estado en la ciudad ese mes y que lo habían despedido. Me impresionó ver su sorpresa al escuchar mis palabras sobre el amor de Dios. Confesó que nadie había hablado con él de esa manera en mucho tiempo. Di mi espalda y mi esposa me contó que él miró al cielo y le dio un beso al portacomidas que le habíamos entregado en sus manos, como señal de agradecimiento a Dios. La situación se volvió aún más cómica cuando, en ese preciso momento, mi hija Zoe se acercó para traerme algo que había quedado de la gaseosa. No pude resistirme y le dije: "Zoe, te presento a un amigo nuevo". Fue un momento inesperado, pero alegre y lleno de amor. Esta historia, aunque repleta de drama y humor, nos enseña una valiosa lección sobre la misión integral y nuestra labor como cristianos en la vida cotidiana. Aunque pueda resultar incómodo o inusual encontrarnos con situaciones como estas, debemos recordar que Dios nos llama a amar y servir a los demás, incluso a aquellos que consideramos diferentes o marginados. Nuestra labor no solo implica brindar ayuda material, como el pollo que le dimos al joven, sino también compartir el mensaje del amor de Dios de manera sencilla y tangible. En nuestra vida diaria, en medio de nuestras familias y rutinas, podemos ser agentes de cambio y esperanza. Es importante estar dispuesto a abrir nuestros corazones y ser sensibles a las necesidades de aquellos que nos rodean, sin importar su apariencia o condición. La misión integral nos invita a ser canales del amor y la compasión de Dios, mostrando a las personas que Dios las ama y se preocupa por ellas, incluso en los momentos más difíciles. En el tiempo en el que estuve en el seminario confieso que cometí varios errores no solo de ortografía sino de carácter y orientación, uno de ellos fue creer que el aprendizaje teórico e intelectual de la teología era suficiente, creo que muchos teólogos jóvenes hemos caído en este error. Es aquí cuando el orgullo toca la puerta, cuando la emoción por aprender la novedad teológica nos traiciona y nos domina, y donde se carece de intenciones por aplicar la verdad teológica. Gracias a Dios que coloca personas maduras a nuestro lado que saben soportarnos, profesores, pastores, compañeros, amigos y "enemigos". Uno de esos compañeros también son los libros. Libros que no solo te satisfacen el intelecto, sino que también te hablan al corazón. Así que para ese tiempo me aparecieron varios documentos escritos por teólogos de erudición y corazón pastoral, de diferentes tradiciones y orillas confesionales. - algunos de ellos los estaré compartiendo en este blog- uno de esos fue John Frame, teólogo y filósofo que conocí por los vídeos del ministerio Tercer Milenio, en donde él y Richard Pratt disertaban con profundidad y sencillez en formato video de alta calidad, cuando quizás apenas iniciaba la divulgación teológica en la web con un doblaje al español. John Fram fue uno de los que me impulsaron a considerar el estudio de la filosofía, por su enfoque redentivo de esta.
En el libro Speaking the Truth in Love: The Theology of John M. Frame (Hablando la verdad en amor: La teología de John Frame) editado por John J. Hughes el capítulo 4 está titulado: "Reflexiones de un teólogo de toda la vida" donde P. Andrew Sandlin le realiza una entrevista hablando sobre diferente temas entre muchas preguntas le hace la siguiente y es aquí donde Frame nos dejará esta joya. Aclaro, no me considero teólogo, más bien soy un profesor de teología y filosofía. Estos consejos no debería ser solo para jóvenes estudiantes, porque en más de una ocasión he visto personas de muchos años edad cometer estos mismos errores. ¿Qué consejo le daría a los estudiantes de teología y a los jóvenes teólogos que se enfrentan a una vida de trabajo teológico? JMF : Bueno, aquí hay algunos pensamientos, sin ningún orden en particular. 1. Considera que es posible que no estés realmente llamado al trabajo teológico. Santiago 3:1 nos dice que no muchos de nosotros debemos convertirnos en maestros y que los maestros serán juzgados más estrictamente. A quienes mucho (conocimiento bíblico) se les da, mucho se les exigirá. 2. Valora tu relación con Cristo, tu familia y la iglesia por encima de tus ambiciones profesionales. Influenciarás a más personas con tu vida que con tu teología. Y las deficiencias en tu vida anularán la influencia de tus ideas, incluso si esas ideas son verdaderas. 3. Recuerda que la obra fundamental de la teología es entender la Biblia, la Palabra de Dios, y aplicarla a las necesidades de las personas. Todo lo demás —experiencia histórica y lingüística, agudeza y sutileza exegética, conocimiento de la cultura contemporánea y sofisticación filosófica— debe subordinarse a ese objetivo fundamental. Si no lo es, puede ser aclamado como historiador, lingüista, filósofo o crítico de la cultura, pero no será teólogo. 4. Al hacer el trabajo de teología (el trabajo fundamental, #3), tienes la obligación de defender lo que defiendes. Eso debería ser obvio, pero la mayoría de los teólogos de hoy no tienen ni idea de cómo hacerlo. La teología es una disciplina argumentativa, y necesita saber lo suficiente sobre lógica y persuasión para construir argumentos que sean válidos, sólidos y persuasivos. En teología no basta con mostrar conocimientos de historia, de cultura o de algún otro conocimiento. Tampoco es suficiente citar a personas con las que estás de acuerdo y reprender a personas con las que no estás de acuerdo. Realmente tienes que hacer un caso teológico de lo que dices. 5. Aprenda a escribir y hablar clara y convincentemente. Los mejores teólogos son capaces de tomar ideas profundas y presentarlas en un lenguaje sencillo. No trate de persuadir a la gente de su experiencia escribiendo en prosa opaca. 6. Cultiva una intensa vida devocional e ignora a las personas que critican esto como pietista. Orar sin cesar. Lee la Biblia, no solo como un texto académico. Atesore las oportunidades para adorar en los servicios de la capilla y las reuniones de oración, así como los domingos. Presta atención a tu “formación espiritual”, como sea que lo entiendas. 7. Un teólogo es esencialmente un predicador, aunque normalmente trata temas más arcanos que los predicadores. Pero sé un buen predicador. Encuentra alguna forma de hacer que tu teología hable al corazón de las personas. Encuentre una manera de presentar su enseñanza para que la gente escuche la voz de Dios en ella. 8. Sea generoso con sus recursos. Dedique tiempo a hablar con los estudiantes, los futuros estudiantes y los interesados. Regala libros y artículos. No seas tacaño cuando se trata de materiales protegidos por derechos de autor; otorgar permiso de copia a cualquiera que lo solicite. Ministerio primero, dinero segundo. 9. Al criticar a otros teólogos, tradiciones o movimientos, siga la ética bíblica. No digas que alguien es un hereje a menos que tengas un muy buen caso. No use términos como “otro evangelio”. (Las personas que enseñan otro evangelio están bajo la maldición de Dios.) No destruyas la reputación de las personas citándolas incorrectamente, citándolas fuera de contexto o tomando sus palabras en el peor sentido posible. Sea gentil y amable a menos que tenga razones irrefutables para ser duro. 10. Cuando haya una controversia, no se ponga de un lado inmediatamente. Realice un trabajo analítico primero, en ambas posiciones. Considere estas posibilidades: (a) que las dos partes pueden estar viendo el mismo tema desde diferentes perspectivas, por lo que en realidad no se contradicen; (b) que ambas partes están pasando por alto algo que podría haberlos unido; (c) que están hablando entre sí porque usan términos de diferentes maneras; (d) que existe una tercera alternativa que es mejor que cualquiera de los puntos de vista opuestos y que podría acercarlos; (e) que sus diferencias, aunque genuinas, deben ser toleradas en la iglesia, como las diferencias entre vegetarianos y carnívoros en Romanos 14. 11. Si tienes una idea brillante, no esperes que todo el mundo la capte de inmediato. No empieces inmediatamente una facción para promocionarla. No insultes a aquellos que no han llegado a apreciar tu forma de pensar. Razona suavemente con ellos, reconociendo que podrías estar equivocado y ser arrogante. 12. No sea reflexivamente crítico con todo lo que surge de una tradición diferente. Sea lo suficientemente humilde para considerar que otras tradiciones pueden tener algo que enseñarle. Sea enseñable antes de empezar a enseñarles. Saca la viga de tu propio ojo. 13. Esté dispuesto a reexaminar su propia tradición con ojo crítico. No es razonable pensar que una sola tradición tiene toda la verdad o siempre tiene la razón. Y a menos que los teólogos desarrollen perspectivas críticas sobre sus propias denominaciones y tradiciones, la reunión del cuerpo de Cristo nunca se llevará a cabo. No seas uno de esos teólogos que son conocidos principalmente por intentar que los arminianos se conviertan en calvinistas (o viceversa). 14. Ver los documentos confesionales en la perspectiva adecuada. Es obra de la teología, entre otras cosas, repensar las doctrinas de las confesiones y reformarlas, cuando sea necesario, por la Palabra de Dios. No asuma que todo en la confesión está resuelto para siempre. 15. No permita que sus polémicas se rijan por los celos, como cuando un teólogo se siente obligado a ser totalmente negativo respecto del éxito de una megaiglesia. 16. No se haga conocido como un teólogo que constantemente dispara al azar a otros teólogos u otros cristianos. El enemigo es Satanás, el mundo y la carne. 17. Cuida tus instintos sexuales. Manténgase alejado de la pornografía en Internet y las relaciones ilícitas. Los teólogos no son inmunes a los pecados que plagan a otros en la iglesia. 18. Sé activo en una buena iglesia. Los teólogos necesitan los medios de la gracia tanto como otros creyentes. Esto es especialmente importante cuando estás estudiando en una universidad secular o en un seminario liberal. Necesita el apoyo de otros creyentes para mantener la perspectiva teológica adecuada. 19. Obtenga su entrenamiento básico en un seminario que enseñe la Biblia como la Palabra de Dios. Adquiera una buena base en la teología de las Escrituras antes de partir (como puede hacerlo, por supuesto) para obtener una exposición de primera mano al pensamiento no bíblico. 20. Llegar a apreciar la sabiduría, incluso la sabiduría teológica, de cristianos relativamente sin educación. No seas uno de esos teólogos que siempre tiene algo negativo que decir cuando un simple creyente describe su caminar con el Señor. No mires a las personas desde lo que Helmut Thielicke llamó "el caballo alto de la iluminación". A menudo, los creyentes simples conocen a Dios mejor que usted y necesita aprender de ellos, como lo hizo Abraham Kuyper, por ejemplo. 21. No seas uno de esos teólogos que se entusiasman con cada nueva tendencia en política, cultura, hermenéutica e incluso teología y que piensan que tenemos que reconstruir nuestra teología para acompañar cada tendencia. No creas que tienes que ser feminista, por ejemplo, solo porque todos los demás lo sean. La mayoría de las teologías que tratan de ser culturalmente inteligentes no son bíblicas. 22. Sospeche de toda moda en la teología. Cuando todo el mundo se sube a algún carro teológico, ya sea narrativa, feminismo, historia redentora, ley natural, liturgia, liberación, posmodernismo o lo que sea, ese es el momento de despertar tus facultades críticas. No se suba al carro a menos que haya hecho su propio estudio. Cuando surja una tendencia teológica, pregúntese reflexivamente: "¿Qué hay de malo en eso?" Siempre hay algo mal. Simplemente no es el caso de que lo más nuevo sea lo más verdadero. De hecho, muchos movimientos nuevos resultan ser pasos en falso por completo. 23. Nuestro sistema de educación a nivel de doctorado requiere un “pensamiento original”, pero eso puede ser difícil de hacer, dado que la iglesia ha estado estudiando las Escrituras durante miles de años. Tendrá la tentación de proponer algo que suene nuevo (posiblemente escribiendo una tesis que no sea propiamente teológica en absoluto en el sentido del n.° 3 anterior). Lo haremos; sácalo del camino, y luego regresa para hacer algo de teología real. 24. Al mismo tiempo, no rechace la innovación simplemente porque es innovadora. Aún más, no rechaces una idea simplemente porque no suena como lo que estás acostumbrado. Aprenda a distinguir el sonido, la apariencia y la sensación de una idea de lo que realmente significa. 25. Sea crítico con los argumentos que recurren a metáforas o términos técnicos extrabíblicos. No asuma que cada uno tiene un significado perfectamente claro. Por lo general, no lo hacen. 26. Aprende a ser escéptico de los escépticos. Los eruditos incrédulos y liberales son tan propensos al error como cualquiera, de hecho, más. 27. Respeta a tus mayores. Nada es tan desagradable como un joven teólogo que desprecia a los que han estado trabajando en el campo durante décadas. El desacuerdo está bien, siempre que reconozca la madurez y las contribuciones de aquellos con los que no está de acuerdo. Tome en serio 1 Timoteo 5:1. 28. Los teólogos jóvenes a menudo se imaginan a sí mismos como el próximo Lutero, al igual que los niños pequeños se imaginan a sí mismos como los próximos Peyton Manning o Kevin Garnett. Cuando son demasiado mayores para jugar a indios y vaqueros, quieren jugar a Lutero y al Papa. Cuando el verdadero Papa no quiere jugar con ellos, se meten con alguien más y dicen: "Tú lo eres". Mira: lo más probable es que Dios no te haya elegido para ser el líder de una nueva Reforma. Si lo ha hecho, no tome el título exaltado de “Reformador” sobre usted. Deja que otros decidan si eso es realmente lo que eres. 29. Decida temprano en su carrera (después de algunos experimentos) en qué concentrarse y en qué no. Al considerar las oportunidades, es tan importante (quizás más) saber cuándo decir que no como saber cuándo decir que sí. 30. No pierdas el sentido del humor. Debemos tomar a Dios en serio, no a nosotros mismos, y ciertamente no a la teología. Perder el sentido del humor es perder el sentido de la proporción. Y nada es más importante en teología que el sentido de la proporción. ¿Tiene salario? ¿Tiene celular? ¿Extraña a su familia? ¿Sabes lo que es Tinder? La iglesia es anacrónica, ¿qué piensas? ¿Ha experimentado el racismo? Con estas y más preguntas, 10 jóvenes de diferentes países comienzan una conversación seria, pero amena y no muy libreteada sobre temas controversiales como: pederastia, aborto, migración y racismo, corrupción dentro de la Iglesia, abuso de poder, colonialismo de la evangelización, feminismo, diversidad sexual, pornografía, etc. Alrededor del tema del aborto es donde noto un poco de pasión, tensión y junto con el tema de pederastia son los que más se extienden. Varias cosas fueron de interés y sorpresa para mí. Como sorpresa y satisfacción fue ver entre las chicas que participa una que profesa ser “evangélica”, oriunda de Ecuador, pero criada en España, ella le pregunta a Francisco sobre su soledad. Esta misma chica dice que ha vivido en España, fue víctima de racismo y que la iglesia evangélica le ha acompañado en su proceso de depresión. Para ser sincero fue muy agradable y esperanzador escuchar en boca de este joven saber que está recibiendo un trato y ayuda a su crisis emocional por parte de esta iglesia, que Dios bendiga esa comunidad de fe junto a sus líderes pastores. También en este mismo grupo hay una colombiana que pone una realidad en la mesa sobre el asunto del aborto. Pero esta misma habla de su trabajo en plataformas de streaming como modelo webcam, la conversación gira en torno a la pornografía, la normalización de esta práctica, por un lado, y, por otro, los daños que esta puede causar en el ser humano, la cual parece ser la posición del papa. En el interrogante noté a Francisco incómodo y su respuesta, aunque no fue quizás descabellada del todo, fue muy general, un poco ambigua, queriendo no sé si prudente o políticamente correcto, concluyendo que a la iglesia le falta “más catequesis sobre el sexo”. Otra sorpresa es ver la imparcialidad de las opiniones, el esfuerzo por la honestidad, la carencia de intenciones ofensivas, el ambiente fue de respeto mutuo en medio de las diferentes ideas. Es esperanzador observar que no todos estos jóvenes tienen ideas "progresistas", algunos rechazan el aborto, rechazan la pornografía y son muy sensibles a Dios, perteneciente y comprometidos a la iglesia. Mi reflexión al respecto será eso, una reflexión desde mi orilla confesional, sin caer en la defensa de mi postura y la refutación de las opiniones expresadas en el documental, porque al final, por más que no estemos de acuerdo o que no seamos perteneciente a la ICR, como cristianos de cualquier procedencia, deberíamos entender que en occidente estamos enfrentando los mismos desafíos contemporáneos, y externamente quienes acusan a la iglesia, con o sin razón, muchas veces no distinguen las etiquetas denominaciones, quienes desprestigian de la fe no tienen en cuenta diferencias confesionales: católicos, evangélico, ni ortodoxo. Así fue en el pasado, es en el presente y será en el futuro, citando a Kasper “Los cristianos son perseguidos y asesinados no por ser ortodoxos, evangélicos o católicos, sino sencillamente a causa de su condición de cristianos”. El documental lleva por nombre “Francisco responde”, pero también podría ser “Francisco escucha” Creo que este diálogo documental, nos muestra parte de los retos a los cuales debemos saber tratar y trabajar, sobre todo con sensibilidad pastoral. Si algo tiene que hacer la iglesia no es cambiar sus dogmas de tajo, estos pueden y deben estar, lo mínimo que tiene que hacer es escuchar y acompañar. No obstante, en ocasiones como iglesia tendemos a dar respuestas del pasado a preguntas del presente sin ser conscientes de que cuando sabíamos todas las respuestas, nos habían cambiado las preguntas y la voz de la iglesia llega tarde y se torna anacrónica. Si esperamos tener significación histórica e incidir en cambios socioculturales de la humanidad con un mensaje ético liberador, este debe ser el primer paso, escuchar activamente y estar atentos a las nuevas preguntas y a los nuevos desafíos, mirando el evangelio, mirando el pasado, pero no como especie de un museo, sino como un taller donde podemos obtener herramientas que nos ayuda a ser inspirados por quienes ya han enfrentado este mismo acercamiento.
© Por @Luiskmovilla . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia to edit
“Para el creyente lo importante no es si el regreso de Cristo es cercano o lejano, sino que es inminente, porque puede suceder en cualquier momento, sin previo aviso; y esto aplica tanto a la iglesia apostólica como a la iglesia del siglo XXI.”[1] Hace tiempo que en mis manos no llega un periódico para leer una noticia. Mi último uso fue para una tarea de Zoé sobre manualidades, recortar y pegar. Mi generación lo usó, pero sospecho que también presenció el declive de éste. Es evidente que el medio informativo se le da hoy día poco uso, sin embargo, en un sentido los cristianos actuales lo usan muy frecuentemente para interpretar la Biblia. En reemplazo del periódico hoy se usan los portales de noticias virtuales, vídeos y cadenas virales de redes sociales. El erudito carismático Craig Keener, habla de la hermenéutica del periódico como aquella que interpreta las profecías Bíblica, especialmente Apocalipsis, a la luz de las noticias que aparecen en los diarios.[2] Hoy más que nunca existe un afán por descubrir lo indescifrable, saber “el fin de los tiempos” (estamos en el fin de los tiempos desde el nacimiento de Jesús). Este uso y afán de la hermenéutica del periódico ha llevado a muchos a hacer declaraciones que dejan pensando y confundido a más de uno, y con razón, cada conclusión escatológica llega como pan caliente, aprovechando el ambiente tensionante que se vive, sea en tiempos de guerra, desastres naturales o en medio de una pandemia, allí encontrará “la Biblia y el periódico” en las manos de un cristiano ingenuo. No obstante, cuando los días pasan al pan le llega su moho y al periódico su tijera, termina en una caneca de basura o en el peor de los casos, a ese periódico le llega su porción de excremento. Afirmo esto porque la “hermenéutica del periódico” no ha funcionado, no sirve, ni funcionará. El dicho: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla” nos queda pequeño. Para nada aprendemos del pasado, seguimos repitiendo los mismos errores. Hay cientos de ejemplos de personas que señalaban con entusiasmo a algunas figuras públicas en relación con el anticristo: un papa, un político o un dinosaurio morado llamado Barney – es en serio- o un filántropo como Bill Gates. En otro tiempo se interpretaba que en tal año llegaría Jesucristo, los campeones en predecir esto son los de las sectas del testigo de Jehová. Prediciendo tal venida en por lo menos 9 momentos, diciendo que Cristo estaría pronto a llegar dando fechas exactas en diferentes ocasiones (1874, 1878, 1881, 1910, 1914, 1918, 1925, 1975, 1984) esto es solo la punta del iceberg Quiero concluir diciendo que el llamado de los cristianos no está en descifrar los eventos finales llegando a una especulación incoherente. No debemos colocar estos acontecimientos como nuestra principal tarea. Veo que algunos hermanos se están desgastando en esto. Los primeros discípulos y apóstoles tenían el mismo afán y problema pero al final fueron reprendidos por el Señor y sus servidores en por lo menos 2 ocasiones. Una cosas si es cierta, debemos vivir como los cristianos primitivos, creyendo que la venida del Señor es inminente, No obstante, Una cosas si es cierta, debemos vivir como los cristianos primitivos, creyendo que la venida del Señor es inminente, No obstante, recordemos que debemos ser “entendidos en los tiempos”, mas no “adivinos de los tiempos”. Los apóstoles estaban reunidos con Jesús y le preguntaron: —Señor, ¿le vas a devolver ahora el reino a Israel? Jesús les contestó: —El Padre es el único que tiene la autoridad de decidir las horas o las fechas. A ustedes no les corresponde saberlo. Hechos 1:6-7 -PDT [1] ROJAS, Arturo Iván. Creer y Pensar. Editorial Clie. [2]KEENER, Craig. La Biblia en su contexto. Publicado gratis por: Preparando el Camino © Por @Luiskmovilla . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia to edit. El 25 de octubre de 1415, día de San Crispín, el rey inglés Enrique V se paró frente a su ejército de aproximadamente 9000 cerca del pueblo de Agincourt, interceptado por una fuerza francesa de 36 000. Shakespeare vuelve a contar el famoso discurso de Enrique a sus hombres, inspirándolos a regocijarse y participar con valentía en la batalla del día porque siempre serán recordados, ya sea por sus cicatrices o por su muerte. Henry proclama que todos los que no lucharon en la batalla del día de San Crispín estarían celosos de “nosotros pocos; nosotros felices pocos; somos una banda de hermanos. Este discurso ha seguido inspirando, incluso cuando se transmitió por radio en Inglaterra durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial. El discurso también ha prestado su frase "banda de hermanos" a muchas historias, incluido el relato de una compañía de paracaidistas, dirigida por el comandante Richard Winters, que desembarcó en Normandía y luchó hasta el cuartel general de Hitler, el Kehlsteinhaus. La camaradería profundamente sentida que proviene de vivir juntos a través de las pruebas es una de las experiencias transformadoras centrales de la humanidad. A riesgo de sonar demasiado dramático o triunfalista, quiero inspirarnos a los pastores a pensar en nosotros mismos como un grupo de hermanos predicadores. Predicar como un grupo de hermanos significa reorientar su vida de predicación en torno a una interdependencia intencional. Los invito a reconocer que para escalar la tarea monumental de la vida de predicación, necesitamos un grupo muy unido de personas con misiones similares que trabajen juntas. Necesitamos más que nuestros feligreses y personal respetuosos. Necesitamos un grupo de otros predicadores en nuestras vidas que sean de una compañía. Necesitamos estos pocos, estos pocos felices, este grupo de hermanos, y los necesitamos no solo en las conferencias anuales sino semanalmente. Lo que quiero decir es que los predicadores deben desarrollar hábitos de trabajar juntos en la preparación del sermón compartiendo ilustraciones, bosquejos y aplicaciones. Quiero decir que los predicadores deben cultivar patrones de diálogo regular con otros predicadores. Los predicadores de la banda de hermanos pueden compartir recursos y planear predicar series paralelas en sus propias iglesias, ganando así la sinergia de luchar con los textos juntos. Esto no significa ni independencia ni dependencia excesiva, sino un enfoque interdependiente y verdaderamente interdependiente de la vida de predicación. ¿Por qué deberíamos hacer ésto? Espero que sea evidente de inmediato que tal enfoque, tan poco común como lo ha sido en las últimas décadas, es una gran fuente de aliento, estimulación, responsabilidad y crecimiento. La predicación total de los predicadores será más fuerte que las partes individuales. El vínculo del grupo de hermanos es más fuerte que incluso los dones y habilidades del predicador más fuerte. Ciertamente, algunos en tal grupo pueden sentirse intimidados porque algunos serán más talentosos y tendrán más que ofrecer que otros, pero esto está bien. Así es la vida siempre. Si nuestra visión es verdaderamente para el avance del reino de Dios y no para nuestro propio engrandecimiento, tal unión para fortalecerlo todo es buena y hermosa. Durante algún tiempo experimenté una versión ideal de esto con la red de iglesias de mi ciudad. Construido en este sistema estaba el compromiso de predicar a través de la misma serie y textos cada semana. Compartimos comentarios y otros recursos, y nos reunimos semanalmente para discutir nuestras ideas y planes. Cada sermón fue el trabajo de cada predicador—¡no plagies, por favor!—pero cada sermón se benefició de la sabiduría colectiva del grupo, la lucha interpretativa y los movimientos homiléticos. A menudo tuve un gran avance en estas reuniones u obtuve una línea de elección o una cita de mis hermanos que trabajaban con el mismo texto hacia el mismo domingo por la mañana que se avecinaba. Para la mayoría de los predicadores, esta situación ideal no es una posibilidad. Esta bien. Todavía hay un gran potencial para reunir a un pequeño grupo de predicadores. En primer lugar, esto se puede hacer en un área más amplia. Encuentre un grupo dentro de cincuenta millas, proyecte la visión para esto, tome la iniciativa para organizarlo y haga que suceda. Muchos pastores estarían muy dispuestos a dar medio día para reunirse con otras personas de ideas afines y obtener ayuda para pensar y mejorar sus sermones. Esto requeriría un poco de planificación antes de la serie de sermones, pero el esfuerzo valdrá la pena. Si no parece posible reunirse en persona, hágalo digitalmente. Reúna a algunos hermanos de todas partes y comprométase con una videollamada semanal. Con la tecnología actual, esto es muy factible. Ore al respecto. Intentalo. Empiece a soñar con lo que esto podría ser y dé un paso hacia ello. Ningún soldado gana una batalla por sí mismo. Sea el Rey Enrique o el Mayor Winters quien dirija un grupo de hermanos hacia el humilde avance del reino de Dios en el mundo. Jonathan Pennigton Small Preaching: 25 Little Things You Can Do Now to Become a Better Preacher Copyright 2021 Jonathan T. Pennington Lexham Press, 1313 Commercial St., Bellingham, WA 98225 |